intis.

He dejado caer mis recuerdos y deseos, aventuras y desventuras, amores y desamores...me presento como soy, andrógino, caos, orden, complicada y sencilla, triste y alegre...no vengo de un sólo lugar, vengo de todas partes...

viernes, mayo 09, 2008

La casa Porteña

Un sorbo del vino de la copa del compañero de turno y unas risotadas para suavizar el ambiente, entrar en confianza, sacar más dinero para la casa y de paso para el bolsillo propio, de esta manera se inicia la jornada de trabajo y lástima que no pueda decir que es nocturna, pues mi horario de trabajo es un poco extenso… Me cambio de mesa, porque veo que el señor de bigote rizado ha decidido pasar el almuerzo con la pelirroja de mi compañera, la Carmencha.
Miro detenidamente para ver cual de todos los asistentes tiene más pinta de ejecutivo, porque esos son los que dan más dinero, pero también muchas veces son los más pervertidos… Camino moviendo las caderas como me enseñó Madame Lucié, “pa`ti, pa`mi, pal perro, pal gato”, lo saludo como a todos, con un beso casi en los labios y las pechugas casi en la cara, mientras que el trasero se levanta más de lo acostumbrado para poder sentarse al lado del “caballero”. Me mira fija, con cara de curioso, se nota que es principiante, por lo mismo le ofrezco más vino y comenzamos a conversar. Del trabajo, las ex novias, la esposa, la amante y la puta que lo acompaña, esa soy yo, en fin, es nuestro trabajo también escuchar dramas familiares y pasionales, pero el trabajo mejor pagado, es ese que se aprende de la carne y el hueso, con las feromonas y el sexo opuesto, aunque como andan las cosas hoy por hoy, no me extrañaría la homosexualidad…. o bisexualidad.
Luego de un rato de charla y coqueteos varios, agarrones fortuitos, y luego de haberlo emborrado en plena hora de almuerzo, lo invito a la pieza a calentar aún más el ambiente y su cuerpo juvenil, porque a estos 50 años la experiencia me dice que será pan comido… pero no esperaba semejante tamaño, y no hablo de su miembro, si no de la sorpresa que me llevé.
Algo notaba raro en su manera de hablar, pero en la pieza, lo olvidé, lo comenzó a besar apasionadamente, a decirle cosas sucias al oído, agarré el personaje en cuestión y comencé a frotarlo con mis manos y lengua, mientras el pequeño hombre sólo gemía de placer, supongo… De repente le pregunto que quien quería que fuera, ya que podía ser la masoquista, la enfermera, la profesora, la secretaria, que eso a los hombres de oficina les atrae mucho, o simplemente podía ser quien él quisiera, alguien de su vida personal, alguien amado o alguien odiado para desquitarse, las putas servimos para todo…
Fue en ese preciso momento cuando dejó de gemir y me dijo directamente que lo que quería es que creáramos una fantasía de su adolescencia, con entusiasmo acepté. Me preguntó si tenía disfraces, pues claro le dije, en la casa Porteña eso no puede faltar, está el uniforme escolar y militar, el de empleada, el de diabla, el de enfermera y tantos otros más, pero el muchacho me dijo que quería uno de princesa, me sorprendí, pero pensé que el joven quería hacer un cuento de hadas subido de tono, por eso busqué en el baúl y encontré algo parecido a lo solicitado por el cliente, me preparaba para ponérmelo teniendo cuidado de no rasgarlo, pero en eso él me mira y me lo quita de las manos, y me dice: “Este traje es para mí”, tú baja y busca al cantinero y dile que lo espero aquí en tu cama, que le pago tanto a ti como a él, y todo sigue igual, tú le das una parte a Madame Lucié, y ésta nunca sabe que ha visitado un gay su casa porteña, y menos aún que ese gay es su hijo… ahora ve, y busca a Luis, dile que suba y bueno…cúbrelo. Luego busca a mi madre y dile que su hijo Ignacio está en Valparaíso… Lo único que atiné a decir fue:¡¡¡ pero como has crecido Nachito!!!